Bitácora escrita desde Sealand

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domingo, 23 de noviembre de 2008

La Tierra, hueca. II: Koresh y la cosmogonía celular

En la entrega anterior nos dejamos pendiente una aportación singular. En 1870 otro buen hombre había dicho que la tierra estaba hueca, pero hay una diferencia importante con Symme. Según esta cosmogonía, nosotros vivimos en la cara interior. Veámoslo:
Cyrus Reed Teed, nacido en 1839, era un graduado en medicina ecléctica (es decir, que recetaba muchas hierbas) interesado en la alquimia y la electricidad. En uno de sus experimentos eléctricos sufrió un shock en el que recibió la visita de una mocita que le reveló que se había reencarnado muchas veces pero que esta era la buena, que era el mesías que tenía que salvar a sus 144.000 discípulos preferidos. Y también le contó muchas cosas más. Que el universo es una burbuja en la roca de 8000 millas de diámetro. Nosotros vivimos dentro, con nuestras cabezas apuntando al centro al caminar. El Sol es una batería helicoidal que está en el centro del universo, es decir, en el centro de la Tierra, rota con un periodo de 24 horas y tiene un periodo de precesión de 24.000 años. Tiene una cara oscura y otra luminosa. Ambas emiten rayos grávicos, que son responsables de la gravedad, pero la luminosa emite también rayos lévicos, responsables de la luz. La luz no viaja en línea recta, sino que describe curvas desde el centro del asunto hasta la superficie. Esto explica que el Sol se mueva. Las estrellas son puntitos luminosos de la cara oscura del sol. El Sol tiene aspecto de ojo, con iris y todo. El iris del ojo es el arco iris, pero se ve sólo en condiciones atmosféricas concretas. Los planetas son discos flotando que vemos a causa de unas complicadísimas refracciones de rayos grávicos y lévicos. Toda la teoría es bastante compleja.

Martin Gardner considera que esta cosmogonía es una forma de volver al útero materno, pero vaya uno a saber.

Tras la revelación, Cyrus se convirtió un mesías que tenía que salvar a los 144.000 discípulos más fieles, así que para facilitar la tarea tradujo su nombre al hebreo y desde entonces sólo respondió al nombre de Koresh. Convenció a unos cuantos de que estaba en lo cierto y montó una casa comunal en Chicago, la Koreshian Unity. Entre los preceptos del koreshianismo se encontraban la correcta comprensión de la cosmogonía koreshiana, el compartirlo todo, la creencia reencarnación y el celibato. Para saludarse usaban la fórmula "we live on the inside". Era muy persuasivo: una madre llegó a demandarle porque había convencido a su hijo de que rompiera su hucha para donarle sus ahorrillos al Nuevo Jesús. Koresh devolvió el donativo y esa demanda quedó ahí. Pero no fue la única. Cuando ya eran cien koreshianos se mudaron a una gran casa con huerto en Illinois. A los vecinos no les acababa de gustar. Alguno le demandó porque su mujer le había abandonado para abrazar el koreshianismo comunal. Y es que las mujeres sumaban el 75% de su comitiva.

Uno de sus discípulos, Ulysses Grant Morrow, que entendía de geodesia, fue el encargado de demostrar que el koreshianismo era cierto. Morrow escribió junto a Koresh el libro The Cellular Cosmogony, donde exponían la tesis koreshiana.

En el canal de drenado de Illinois realizó el siguiente experimento. Puso su telescopio a 12 pulgadas de la superficie del agua y apuntó a un objetivo a 16 pulgadas sobre el agua, 5 millas adentro. Si la tierra es convexa no debería haberlo visto, pero lo vio. Esto dio a alas a los koreshianos, aunque los críticos se quejaron: la refracción atmosférica era la causa del fenómeno.

En 1894 los koreshianos (más de 200 por aquella época) recibieron la donación de 300 acres en Florida de un simpatizante, Gustave Damkohler. Llamaron a su nuevo hogar New Jerusalem. Morrow se dedicó a preparar un experimento que no dependiese en la traicionera luz; usaría en cambio un artefacto que pudiera trazar una línea recta de materia. Este artefacto estaba compuesto de "rectilineadores".

El experimento fue realizado por un grupo de koreshianos entusiastas, que se dedicaron a poner rectilineadores uno junto al otro y vuelta a empezar recorriendo la playa y anotando las mediciones. ¡Fue un éxito! Un defecto de diseño del rectilineador (3 millonésimas de grado sexagesimal bastarían para arruinar este experimento) y el sesgo humano de una multitud que va midiendo y abrazándose en cada medida que confirma que su vida entera tiene sentido hicieron el resto.

A Koresh le llegó la muerte en un rifirrafe con jefe de policía de Fort Meyers. Era el 22 de diciembre de 1908. Le dejaron en la bañera esperando a que resucitara y llevase a los cielos a sus fieles. Sus seguidores dejaron el trabajo y rezaron sin descanso durante dos días hasta que el responsable de sanidad pública ordenó que lo enterrasen. En 1921 un huracán tropical se llevó consigo la tumba y nunca más se supo de su cuerpo.

El diario koreshiano, The Flamming Sword, siguió publicándose hasta 1949. En él se decía que los que combaten el koreshianismo son el anticristo y que las ideas de Koresh acerca de la alquimia plantaron la semilla del Proyecto Manhattan. En 1949 la imprenta se incendió y no se supo más de The Flaming Sword. Años antes, en 1914, algunos ejemplares habían llegado a manos de un prisionero de guerra alemán en Francia, un tal Peter Bender, que quedaría fascinado y se llevaría el culto a su país, refundido en la Hohlweltlehre, donde causó sensación, como veremos en la siguiente entrega.

El último koreshiano murió en 1982.

Bibliografía sobre el koreshianismo
Nuevo Jerusalen en Google Maps
Biografía de Koresh
Explicación detallada de los experimentos de Morrow
Fotografías de koreshianos
Relato de un viajecillo a New Jerusalem

sábado, 22 de noviembre de 2008

La Tierra, hueca. I: De Halley a Gardner pasando por Symmes


A TODO EL MUNDO:
Declaro que la tierra es hueca y habitable en su interior; y contiene varias esferas sólidas concéntricas, unas dentro de las otras, y que está abierta por los polos doce o dieciséis grados. Dedico mi vida en defensa de esta verdad y estoy dispuesto a explorar el hueco si el mundo me apoya y ayuda en esta empresa.

Tengo pendiente de impresión un tratado con los principios del asunto, donde muestro pruebas de la tesis anterior, una recopilación de diversos fenómenos y la revelación del «Secreto Dorado» del Dr. Darwin.

Pido un centenar de compañeros valerosos, bien equipados, para partir de Siberia en otoño, con renos y trineos, en el hielo del mar helado, y cuento con que encontremos una tierra cálida y rica, repleta de vegetales y animales, si es que no hay hombres, al llegar un grado al noroeste de la latitud 62; volveremos en la primavera siguiente.

JNO. CLEVES SYMMES
De Ohio, antes Capitán de Infantería

En 1692, Edmund Halley, el del Cometa, escribió que la Tierra era una esfera hueca de 500 millas de espesor, con dos esferas huecas más dentro de los tamaños de Marte y Venus, y en el centro una esfera sólida del tamaño de Mercurio, todas pobladas. Las esferas interiores tendrían sus propios polos magnéticos y rotarían, lo que explicaría algunas anomalías en las brújulas. El problema de la iluminación estaría solucionado por su atmósfera fluorescente, que los lapones pueden ver en forma de aurora boreal.

Leonard Euler jugueteó también con la idea de la Tierra Hueca, aunque como experimento mental. En su modelo la única esfera interior era un pequeño sol de 600 millas de diámetro. John Leslie modificó la teoría. Según él, había no uno sino dos soletes, que llamó Plutón y Prosperina. Leslie es la fuente de inspiración de Julio Verne en Viaje al Centro de la Tierra.

John Cleves Symmes Junior, donde el Junior indica que no se trata de un tío rico y pionero famoso que tenía mil kilómetros cuadrados en Ohio decidió, tras acabar la Guerra de la Independencia condecorado, defender durante su vida la teoría de que la tierra era hueca y que contenía al menos otras cuatro esferas huecas, todas con un hueco en los polos y con vida pululando, que aunque resuelve el problema de la iluminación, no sería del todo satisfactorio. Pero bueno, ya se apañarían. Los anillos de Saturno le parecieron la prueba de que los astros se ordenaban de forma concéntrica.

Entre las esferas habría un fluído aéreo elástico, distinto del aire, constituido de esferas tan diminutas que no se pueden ver con microscopio. Estas partículas ejercen la fuerza que llamamos gravedad.


Con la intención de demostrarla envió en 1818 cartas a cien empresas gordas pidiendo fondos para explorar los polos. Recorrió el país durante diez años voceando su teoría, pero se reían de él. Le pidió dinero al Congreso en 1822 y 1823. En esta última votaron a favor 25 congresistas. En 1929 murió, y hoy se puede ver un monumento que le dedicó su hijo en Hamilton, Ohio.

Dejó varios discípulos convencidos, los más ferviente de los cuales fueron James McBride, autor de The Symmes' Theory of Concentric Spheres, Jeremiah Reynolds, del que hablaremos dentro de poco, y su hijo Americus. Alegaban que las evidencias eran abrumadoras: las había físicas y climáticas, pues los huracanes y ventoleras estarían causados por viento chupado en los agujeros, pero también estaban las migraciones animales y testimonios de viajeros. Pero la razón principal era la economía. Así como los huesos son huecos, la idea de hacer la tierra hueca supone un ahorro de material (a great saving of stuff) que no debió pasarle desapercibido al Creador.

En 1920 se publicó un libro, Symzonia, a Voyage of Discovery, firmado por un tal Captain Adam Seaborn, una sátira que no descorazonó a los discípulos de Symmes.

Reynolds, hombre del tipo orígenes-modestos-hecho-a-sí-mismo, continuó el proselitismo de ciudad en ciudad hasta que consiguió el apoyo del gabinete del Presidente, John Quincy Adams, que le prometió financiación pública para explorar el agujero polar. Sin embargo perdió las elecciones antes de darle los fondos a Reynolds y su sucesor, Andrew Jackson, abortó la expedición. Aquellos días eran propicios; los Estados Unidos tenían un complejo de inferioridad cultural, y la causa de la exploración polar encauzó el patriotismo, así que poco más tarde convenció a un tal Watson, capitalista de Nueva York, y en octubre de 1929 zarpó del puerto de Nueva York con dos naves: Annawan y Serpa rumbo al gran boquete del Polo Sur. Lo llamaron La Gran Expedición Americana.

Cuando la travesía llegó al antártico las cosas se complicaron, encontraron olas del tamaño de montañas y grandes bloques de hielo que consiguieron esquivar. consiguieron llegar a tierra, al continente antártico, pero descubrieron que allí no había nada que comer y sus provisiones se estaban acabando. Por suerte encontraron un león marino que llevarse a la boca. Al final se convencieron de que el agujero polar estaba cubierto por hielo y decidieron volver a casa. Pero en Valparaíso la tripulación se amotinó, dejó en tierra a Watson y a Reynolds y se fueron rumbo al norte izando una bandera pirata. En Chile estuvo lidiando con los indios Araucanos, que se dice que comandó como coronel contra una tribu vecina. Su aventura Chilena se acabó cuando una fragata de guerra estadounidense llegó a Valparaíso. Reynolds volvió en ella y aprovechó para escribir sus aventuras. En una de ellas hablaba de una ballena blanca capaz de hundir barcos, Mocha Dick . Este testimonio le dio la inspiración a Herman Melville para su Moby Dick, y es posible que los ecos de sus charlas en Baltimore sobre la tierra hueca le llegaran a Poe y sirvieran de inspiración para su Arthur Gordon Pym, El manuscrito en la botella y La incomparable aventura de un tal Hans Pfall. Al parecer, las últimas palabras de Poe fueron "Reynolds, Reynolds". No se sabe si se refería a nuestro Reynolds o a algún trineo. El tirón de la teoría de la Tierra Hueca en la cultura popular se tradujo también en las novelas Las Montañas de la Locura de Lovecraft y el entorno de Pellucidar de Edgard Rice Burroughs, que es un lugar lleno de reptilianos.


En 1896 apareció una novela de título Beyond the Verge, de Witt C. Chipman. En el libro, las tribus perdidas de Israel han acabado dentro de la tierra hueca. El hallazgo de que los polos estaban cubiertos por una capa hielo impenetrable para los judíos, por muy perdidos que estuviesen, no detuvo a todos. A los mormones la explicación les cuadró, y hoy en día todavía algunos intentan organizar expediciones a los polos en busca de las tribus perdidas de Israel.

En 1906 William Reed publica El fantasma de los polos. En esta obra Reed expone una colección de testimonios y hechos que apoyan la teoría de la tierra hueca y perforada en los polos. Polos que, decía, no se podían explorar, por la impepinable causa de su inexistencia. Si los exploradores árticos dicen que los vientos del norte hacen bajar la temperatura ¿no será porque provienen del interior terráqueo, más calentito?


Tras las correrías por los polos que nos contó Mecano, podría parecer que los partidarios de los boquetes polares estaban de capa caída, pero no hay que dejar que la evidencia te arruine una buena teoría.

Poco después, en 1908, Willis George Emerson publicó su The Smoky God, or, a voyage to the inner world. Es una novela supuestamente basada en un suceso real en la que un pescador noruego que llega al interior de la tierra, donde se encuentra con una civilización avanzadísima de vegetarianos muy longevos.

En 1913 la teoría de la Tierra Hueca cobró un nuevo impulso de la mano de un nativo de Aurora, Illinois: Marshall B. Gardner. Este hombre, que trabajaba en el mantenimiento de máquinas de corsetería, publicó ese año un libro titulado A Journey to the Earth's Interior.A Gardner, la idea de las esferas concéntricas de Symmes le parecía una excentricidad fantástica, y no le hacía ninguna gracia que le compararan con él ni con otros locos que no se basaban en los hechos como él hací. Pero lo que sí veía claro es que la Tierra está hueca, con agujeros en los polos, y tiene un espesor de 800 millas. Dentro hay un solete de 600 millas de diámetro que calienta la cáscara, como decía Euler. Los demás planetas están hechos siguiendo el mismo esquema. La aurora boreal es luz del solete interior que se escapa. Los mamuts congelados que aparecen de tanto en tanto vienen del interior del planeta, así como los esquimales. Su modelo de la Tierra Hueca está patentado (#1096102).
Dedicó su libro a demostrar que los exploradores nunca habían llegado al polo. Como no le recibían como el genio que creía ser, supuso que la Primera Guerra Mundial había eclipsado su hallazgo, así que publicó una versión muy ampliada en 1920. Los científicos, como los masones, no te aceptan si no eres uno de los suyos, pero con Gardner la Tierra Hueca había cobrado un armazón pseudocientífico de lo más aparente. La semilla estaba plantada.

Para saber más:
Earth a Hollow Sphere
The romantic history of Jeremiah N. Reynolds
OliverCowdery.com -- The Premier Web-Site for Early Mormon History
Colección de enlaces
The Book of Earths
Fads and Fallacies in the Name of Science, Martin Gardner.
http://subterraneus.blogspot.com Bibliografía sobre la tierra hueca
Blog excelente sobre la Tierra Hueca
What Curiosity in the Structure: The Hollow Earth in Science
Entrada sobre el tema en el blog Ausente

domingo, 26 de octubre de 2008

Teruo Nakamura

Os lo digo, infelices, jodidos de la vida, vencidos, desollados, siempre empapados de sudor; os lo advierto: cuando los grandes de este mundo empiezan a amaros es porque van a convertiros en carne de cañón.

Louis-Ferdinand Céline

Teuro Nakamura fue un amis. Los amis no son anabaptistas anacrónicos que van por ahí en carromatos, sino una raza aborigen de Taiwan que se dedicaban a la caza y la recolección. Nació en 1919. En aquel tiempo, Taiwan era japonesa. De acuerdo con esto, Teruo Nakamura era japonés.

En 1943, con 24 años, casado, se alistó en el Ejército Imperial como uno de los Voluntarios de Takasago, con la esperanza de lograr un estatus superior. Los japoneses decían que los aborígenes taiwaneses se podían mover extremádamente rápido por la jungla y ver en la oscuridad, lo que supuso una excusa para enviarlos a misiones peligrosas con escaso apoyo logístico. Aunque al principio les destinaron a misiones de suministro y transporte, el endurecimiento de la guerra les llevó al frente de batalla. En 1944 estaba destinado en Morotai, una isla de 1800 km2 al norte de Indonesia. Eran 500. Una fuerza conjunta de estadounidenses, holandeses y australianos invadió la isla para montar una base de cara a la captura de Filipinas. Los aliados eran 50.000, cien veces más. 300 japoneses murieron, entre ellos el oficial de Nakamura, que le dio órdenes de resistir. Eso hizo.

Hasta 1947 vivió sólo, pero luego se juntó con otros soldados japoneses. No sabían que la Guerra se había acabado. En 1956 se separó de ellos—asegura que le atacaron—y montó en la jungla, junto a un acantilado su propio campamento de 20 por 30 metros con una empalizada de bambú y una pequeña cabaña hecha de hierba. Vivía desnudo, a base de patatas y plátanos. Sus antiguos compañeros se entregaron, pero él no. Y así pasó casi veinte años.

En 1974, un nativo de Morotai le encontró por casualidad. Avisó a las autoridades. Cuatro miembros de las fuerzas aéreas localizaron su cabaña, se establecieron cerca, y cantaron el himno nacional japonés y otras viejas canciones de guerra para atraerle. Nakamura, de 55 años, salió desnudo de su campamento a ver qué pasaba allí. No sabía que la guerra había acabado. Le capturaron y le enviaron a un hospital de Yakarta. Estaba en una forma excelente. Su campamento estaba tan aislado que los periodistas japoneses no pudieron visitarlo.

De repente el mundo entero se enteró de su existencia, pero sobre todo los japoneses. En 1973 había aparecido el sargento Shoichi Yokoi defendiendo su parcelita en Guam. Le declararon héroe nacional. En marzo de 1974 el teniente Hiroo Onoda se había rendido en Filipinas. Se hizo tan popular que le pidieron que se presentase a las elecciones.

Pero el caso de Nakamura era diferente. Era el tercero que aparecía en poco tiempo, lo que hacía preguntarse a los japoneses cuántos ancianos desnudos defendiendo su puesto quedarían en islas remotas. Incluso el honor japonés tiene un límite cuando se trata de ancianos desnudos. Onoda se había rendido vestido con su uniforme de oficial, pero Nakamura era un soldado raso. Además, si Nakamura había sido japonés alguna vez, ya no lo era. Legalmente no tenía país, pues nunca había figurado en el censo de Taiwan. Las relaciones de Japón con China eran muy tensas. La cuestión de si Japón debía reconocer Taiwan no había sido sencilla. Y lo que es peor: a Nakamura le daba exactamente igual si su casa de Taiwan estaba gobernada por japoneses, chinos o cualquier otro.

Además, había otro problema: Los veteranos y viudas taiwaneses estaban pidiendo pensiones a los japoneses. Después de 30 años viviendo solo, era el centro de un debate sobre el colonialismo.

Aunque se consideraba japonés, le enviaron a Taiwan. Allí le pusieron un nombre extraño: Liu Kuang-Hwei. Él se llamaba a sí mismo Nakamura. No se sabe si quería volver a casa. A su alrededor se montó una polémica sobre si había sido discriminado o no, y se revisaron las relaciones con las antiguas colonias del Japón. El tema de su pensión replanteaba el pasado imperial de Japón y su olvido de los soldados coloniales. No le correspondió pensión de guerra. En su lugar, le dieron 68.000 yens (227.59$). A Onoda le habían dado dos millones. Se montó un pollo y una asociación reunió un millón de yens para Nakamura. Pero siguieron las polémicas. ¿Se había alistado libremente o había sido una víctima del imperialismo? ¿Eran los indígenas taiwaneses felices antes de que llegase la civilización japonesa? A Nakamura estas cuestiones le daban igual. Decía que era japonés, que todo el mundo se alistaba, que veía extraño cuestionarse las órdenes y que era normal querer morir por el emperador.

En Taiwan las cosas eran diferentes. Allí la duda no era si se trataba de un héroe, sino si era un soldado del ejército invasor japonés. La única explicación favorable era que se había negado a rendirse por miedo al ejército nipón. En Taiwan había otra cuestión a resolver ¿Los indígenas seguían amando Japón? Los diarios insistieron en que Nakamura reconocía más facilmente una fotografía de Chiang Kai-shek que del Emperador de Japón. La insistencia de Nakamura, en el ojo del huracán, en declararse japonés y en decir que hablaba mejor japonés que la lengua ami empeoraba las cosas. En los diarios se preguntaban por qué los indígenas aún estimaban Japón, aún cuando les habían olvidado tras la guerra. Uno de ellos tituló "¡Por favor, odiad a Japón más!".

Teruo Nakamura murió en 1979 de cáncer de pulmón.

viernes, 24 de octubre de 2008

David Icke

Os amo, George Bush, padre e hijo; os amo, Cheney y Powell y Kissinger y Calucci y el Alto Concilio Illuminati y la jerarquía reptiliana del plano inter-espacial. Os amo. Si no os amase, no me amaría a mí mismo.
David Icke

David Icke es un hombre extraordinario. Sólo así se explica que haya parido una teoría conspirativa en la que la humanidad está gobernada por reptilianos y le hayan invitado a dar conferencias en 25 países para explicarla. En Canadá dio una charla de cuatro horas a mil personas que acabó en ovación. Grupos de ultraderecha quieren un hijo suyo mientras él da conferencias en la Universidad de Oxford. Sus libros son best sellers en países como Sudáfrica y su página web recibió 600.000 visitas el primer año que vio la luz. En su foro la gente usa las Tortugas Ninja para probar que los artistas del renacimiento eran reptiles. ¿Quién es este hombre? Veámoslo.

Nació en 1952 en Leicester un año después de la boda de sus padres, en una familia de currantes. De jovenzano dejó el colegio para hacerse portero del Coventry, con el que jugó en la Premier en 1969. En 1971 se pasó al Hereford, pero ¡ay!, a los 20 empezó a padecer artritis en la rodilla izquierda, mal que se le extendió a la otra, a los tobillos y a los codos. Entrenarse era un suplicio hasta que conseguía calentar las articulaciones. Icke aprendió pues a sufrir para llegar al éxito. En 1973 sin embargo los dolores se habían hecho tan insoportables que tuvo que dejar de colgarse del larguero. Sin estudios, decidió presentarse a la sede de un hebdomadario local que buscaba un periodista deportivo. Icke era el único candidato, así que consiguió el trabajo.

El tipo tenía dotes comunicativas y ascendió con facilidad en el periodismo deportivo. Su carrera como periodista fue fulgurante. En Leicester se fue reportero y luego presentador deportivo. El tipo gustó a la BBC, que le puso a presentar la sección deportiva del telediario del Sur South Today. Pronto dio el salto a la BBC nacional, donde presentó los deportes en Breakfast Time y más tarde llegó a conducir Grandstand, un clásico de la cadena que se emitía desde 1958. Fue miembro del equipo de la BBC que presentó las olimpiadas de Seul.


Icke sabía hablarle a la gente. Por aquel tiempo vivía en la Isla de Wight, un lugar tranquilo, sin grandes ciudades, con reservas naturales. Icke estaba preocupado por el medio ambiente. Se hizo miembro del Partido Verde. Un tipo del pueblo que sabía hablarle al pueblo; le nombraron portavoz. Pero Icke pronto les sorprendió.

Empezó a sentir una presencia que le acompañaba. En una ocasión le gritó "si estás ahí por favor, contacta conmigo, porque me estás volviendo loco". Algo se fraguaba. Escribió su primer libro, It Doesn't Have To Be Like This.

Un día, en una librería, se quedó clavado al suelo. No podía mover los pies, y oyó una voz que le decía "Mira en los libros del fondo". Fue para allá y vio el libro de una curandera. No se le ocurrió otra cosa que concertar una cita. Se vio con ella varias veces. En una ocasión, la curandera le dijo que había un espíritu que quería contactar con él y le hizo de trujamán. El espíritu quería decirle que estaba allí para curar al mundo, que era El Elegido. Le habían hecho pasar la prueba de valor del fútbol, de la decepción y del sufrimiento, y las había superado todas. Iba a escribir cinco libros, se iba a hacer famoso, iba a contarle al mundo la verdad. Le habló de máquinas volantes prodigiosas y de un gran terremoto. El mar ocuparía la tierra para enseñarles una lección a los hombres que la perforan para sacar petróleo, para enseñarles respeto.

Se lo contó al partido, pero no le hicieron ni caso. Se rieron de él. Fue a televisión. Dijo que era el hijo de dios. Le ridiculizaron. La gente se reía de él por la calle y sus hijos se avergonzaban de él. Nunca había conocido el que los demás se rieran de él, pero aquello era parecido a la artritis: una vez has calentado lo suficiente, te da igual la risión. Dejó la televisión y se dedicó a tiempo completo a descubrir quién gobernaba realmente el mundo. Viajó al Perú y allí, en la cima de una montaña, sus pies volvieron a pegarse a la tierra y sus brazos se movieron solos hasta poner las manos en lo alto de su cocorota. Allí escuchó una voz que decía "esto se acabará cuando sientas la lluvia". Empezó a sacudirse y estuvo un buen rato así hasta que, efectivamente, llovió. A esta experiencia Icke la llama "el despertar".

Empezó a vestir siempre de turquesa. Por aquel tiempo debió contactar, aunque él lo niega, con Jordan Maxwell. El bueno de Maxwell es un experto en conspiranoias americano. Su especialidad es interpretar símbolos y asociarlos con cults chungos. Uno de sus temas favoritos es que estamos gobernados en secreto por un pequeño grupo de gente que proviene del Antiguo Egipto y que le rinde culto al Sol. Los Illuminati. Si ustedes han visto el documental Zeitgeist, sepan que Maxwell es su inspiración principal.

A Icke lo de los Illuminati le cuadraba, y se apuntó (de hecho desde entonces Icke se ha ido apuntando a todas las teorías de la conspiración posible). Pero le dio un par o tres de vueltas de tuerca. La primera fue conectarlos con El protocolo de los sabios de Sion, el texto que asegura que una élite judía gobierna el mundo y disemina ideas dañinas como el comunismo, la masonería o el darwinismo. Esto de por sí ya era gordo, pero Icke no se quedó allí. Si los sabios de Sion Illuminati habían creado las guerras anteriores a la segunda, ¿qué pasó con la segunda? Hitler parecía estar advertido del asunto. La respuesta de Icke es que Hitler estaba también financiado por los Illuminati, en concreto por los Rotschild. ¿Por qué harían esto los Rotschild? Sencillo, responde Icke, porque Hitler era un Rotschild. Si, su abuelo era uno de Ellos. Esta rotschildización no es algo que le pasase solo a Hitler. Por ejemplo, a la hora de discutir el tratado de Versalles, todos los sentados a la mesa eran, de acuerdo a Icke, Rotschilds. Yasir Arafat también está controlado por los Rotschild. La prueba infalible que emplea Icke para descubrir si alguien es Illuminati-Rotschild-de-Zion es que si hay un conflicto, Ellos controlan ambas partes, así que siempre ganan. ¿Simple, no?

Estas novedades le trajeron problemas con su editor, que no estaba seguro de publicar un texto que aseguraba que Hitler estaba controlado por judíos. Se tuvo que autoeditar … And the Truth Shall Set You Free, pero no se desanimó. Grupos de extrema derecha como Combat 18 se hicieron gruppies. Icke sacude la cabeza y responde que él no es antisemita. Que Combat 18 está controlado por los Rotschild y le prestan su apoyo para desacreditarle, porque se acerca a la verdad. Que adora al pueblo judío, pero están controlados por los Illuminati, como todos los demás. Le llaman neonazi, pero Icke sigue adelante, siempre adelante.

A finales de los 90 le pone la guinda al pastel. Conoce a Credo Mutwa, un chamán negraco que, como anécdota, había sido sodomizado a los 16 años por un grupo de mineros. De la misma forma en que Maxwell es experto en símbolos chungos occidentales, Credo es experto en tradiciones Africanas. Cree que desde el principio de los tiempos campa por África una raza superior que corta el bacalao: los reptilianos. Está también obsesionado con la muerte de Lady Di, que relaciona con desgracias en Lesotho. Según sus fuentes, Lady Di llamaba a los Windsor "reptiles". Todo cuadra. En los años siguientes varias personas le confiesan a Icke haber visto como alguien, normalmente enfurecido, se transformaba en un reptil delante de ellos. Icke ensambla las piezas y concluye que los reptilianos poblaron la Tierra y Marte hace 450.000 años, y le hicieron a Marte lo que le quieren hacer ahora a la Tierra. Se mezclaron con todas las razas y crearon todas las civilizaciones. Sus laboratorios de operaciones probablementea sean el Cáucaso subterráneo y la Antártida. No es casualiad, argumenta Icke, que los países consideren el continente blanco políticamente neutral. Ah, se me olvidaba: Los reptilianos son satánicos.
Icke expuso este nuevo giro de tuerca en The Biggest Secret: The Book That Will Change the World, de 1999. Hay tres tipos de reptilianos en el mundo de Icke. Los de sangre pura, los mestizos y los que viven en la cuarta dimensión y se manifiestan temporalmente. Los primeros, que son los que controlan, son capaces de cambiar de forma a voluntad y mostrar su cara de lagarto. Se alimentan de sangre humana y son dados a la pedofilia, a las drogas y al asesinato. Icke los identifica con los Arios, que gobernaron Sumeria, el Antiguo Egipto, las monarquías europeas y Estados Unidos. Entre los pura cepa están George Bush padre e hijo, La Reina Madre, Gorbachov y Kris Kristofferson. Los mestizos, están controlados por verdaderos reptilianos de la cuarta dimensión. Otros mindundis trabajan para ellos. Por ejemplo George Lucas trabaja para la NASA y la NSA.

Y a partir de aquí, Icke ya no le hace ascos a nada. En 2003 viaja a Brasil y prueba la Ayahuasca. Icke flipa al obtener el conocimiento de que lo que llamaba realidad es en realidad una ilusión. Es difícil cuadrar esto con la raza reptiliana, pero Icke resuelve la contradicción de formas confusísimas. "Si los reptilianos y otras manipulaciones astrales no existiesen, tendríamos que inventarlos. De hecho probablemente lo hemos hecho ya". Siempre adelante, Icke. Escribe un libro sobre Matrix, que incorpora a su mapamundi. Se apunta a la teoría de que el SIDA no lo causa el VIH, sino el tratamiento médico. Últimamente, como buen inglés, le ha dado por identificar el DNI electrónico con el Mal. El plan final de los reptilianos para tenernos controlados. Porque el DNI electrónico no servirá sólo para identificarnos, sino para controlar nuestra conducta. Los reptilianos tienen que darse prisa, dice Icke, porque la frecuencia del planeta está acelerándose, y pronto no serán capaces de adoptar la forma humana anymore.

Siempre se despide diciendo que lo que tenemos que hacer es querernos, querernos todos. Si todos nos amamos los unos a los otros en un instante, en ese instante los reptilianos dejarán de ser necesarios y la pirámide de poder se derrumbará.

Buena suerte, Icke.

domingo, 12 de octubre de 2008

Haider ha muerto

Y lo ha hecho hostiándose a 140 Km/h contra un pilar de hormigón conduciendo un Volkswagen Phaeton. La ultraderecha tiene algo (quizá todo) de épico. La épica está separada por el ridículo por una línea muy fina. Nada más fácil que cruzarla. Morir a manos de un Phaeton se pasa de épico y resulta cachondo.

Faetón le pidió a Apolo que demostrase que era su padre. Apolo le dijo que le concedería cualquier capricho, porque era un padre colega. Faetón le pidió las llaves del coche del Sol. Apolo se da cuenta de que la ha cagado pero ya lo ha prometido. Faetón conduce a 140 por una calle de 70 y se estampa contra un pilar. Los nazis están nerviosos.

¡Más! Haider, además de nazioso, ha resultado ser homogay. Se estuvo zumbando a su discípulo. En la Wikipedia discuten si esto nos dice algo sobre su identidad sexual o no, aunque algunos consiguieron el carnet más fácilmente. ¿En qué mente trastornada mola más un mago anciano gay que un nazi guapo y marica que conduce borracho un Faetón en un sitio llamado Carintia?