Bitácora escrita desde Sealand

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martes, 17 de marzo de 2009

Dibujillo

Tenía la tarde tonta y he hecho esto. Lo dejo aquí para no perderlo

lunes, 3 de noviembre de 2008

Nancy Benoit

Hola, mi nombre es Nancy Benoit. Pero no ha sido siempre así.

Cuando nací, en 1964, me llamaba Nancy Toffoloni. Esto pasó en Florida. El primer recuerdo que tengo es estar subiendo la escalera de un trampolín y darme cuenta de que los señores me miran. Como yo nunca he sido tonta, deduje que estaba buena, y me dije que no estaría mal si me pudiera colocar de modelo. En el parking del instituto conocí a un muchacho, Jim Daus, que me llevó a casa. Un caballero de los que ya no quedan. Me quedé prendadita de él, tanto que dos meses antes de graduarme dejé los estudios para casarme y convertirme en Nancy Daus.
Conseguí un trabajo de telefonista, y luego aprovechando mi planta otro de agente de seguros, pero era muy aburrido. Los fines de semana iba con Jim a ver la lucha libre. A Jim le encantaba cuando salían los villanos y, bueno, a mí siempre me han puesto muy bruta los hombres musculosos. Uno de aquellos señores aceitosos me propuso que me hicieran unas fotos para Apartment Wrestling y me dio un trabajillo vendiendo programas de lucha libre.

A mí aquello me encantaba, la verdad. Estaba rodeada de hombres aceitados que me piropeaban. Qué más puede pedir una mujercita. En las fotos conocí a Kevin Sullivan, un tipo que cortaba el bacalao. Estaba muy contento conmigo. A mí me volvía loquita. A su lado mi marido parecía un mindundi, así que un buen día me dije, ¡qué narices! una no va a estar toda la vida atada a su novio del instituto, ¿verdad? y más teniendo a este hombre detrás mío. Así que me divorcié de Jim y me convertí en Nancy Sullivan.
Mi nuevo marido Kevin era un verdadero entusiasta de la lucha libre. Le gustaba todo. Además de pelear, ideaba los guiones de enfrentamientos y rivalidades entre luchadores, y controlaba la promoción. Era listico. Dirigía un grupo de luchadores siniestro que se llamaba Army of Darkness. Aquellos fueron días felices. Con la excusita de enseñarme llaves de lucha libre siempre acababa calentándome de mala manera. Pero, hey, fui prosperando y acabé aprendiendo más de un truquillo. Tanto fue así que Kevin me estuvo convenciendo para que me hiciera luchadora. Yo no lo tenía claro, porque siempre he sido un poco tímida, ustedes ya saben. Un día de llaves partícularmente satisfactorio di el sí quiero y me convertí en Fallen Angel. ¿A que es un nombre estupendo? Se me ocurrió a mí escuchando a Led Zeppelin.
Qué pintas, ¿verdad? Ay, ¡si supieran lo bien que lo pasábamos!

Si antes pasaba el día entre hombres musculados, ¡imagínense ahora! Me encantaba cómo me cogían y me llevaban con esas manazas. Me sentaba en sus rodillas cuando les maquillaba.

El equipo satánico duró poquito. Pronto nos fuimos a una liga mejor, la WCW. Mi nombre allí no era nada muy allá: me pusieron Woman. Que yo, la verdad, me quejé. Pero bueno, me compensaron dándome un papel muy bueno de manager de una pareja muy apañada llamada Doom.
Luego me hice de los Four Horsemen, que nunca entendí por qué eran cinco. Estaban un poco flácidos, pero eran muy buena gente. Con un humor muy suyo, teníamos muchas bromas internas que nadie más entendía y nos reíamos mucho. Estas cosas son difíciles de explicar para la gente de fuera, pero nosotros llevábamos un cachondeito que era un no parar.
Me fui un tiempo a otra liga, donde fui manager de Sandman.
Éste era majete también, pero en la lucha libre le había tocado el papel de chuloputas. Así que yo iba detrás de él encendiéndole los cigarros y haciendo de putilla. Fueron días felices, pero al final mi marido me convenció para volver a la WCW, donde habíamos pasado tan buenos ratos, de nuevo con los Four Horsemen. Allí me encontré una de cal y otra de arena. Siempre he preferido que me den primero las malas noticias, para así quedarme con el sabor de las buenas: Por un lado me trajero a una putilla al desmadre este de los Four Horsemen, que se iba poblando más y más. Con ella no me llevé nada bien.
Pero por otro, me trajeron a Chris Benoit. Qué quieren que les diga, a mí me compensa. Su figura faliforme hizo que más de una vez se me marcase la pepitilla bajo el bañador.
Mi marido estaba todo el día pensando en la lucha libre, pero no se enteraba de mis desvelos por Chris. Tanto fue así, que se le ocurrió montar una historia en la que yo me iba de viaje con Chris y fingíamos que éramos amantes. Yo había leído hacía poco un libro que se llamaba "cultura y simulacro" y, bueno, ya dicen que jugar al rol está muy mal. Y además, que ustedes ya saben que aunque una mujer finja algo le gusta. Bueno, pues eso, que me armé un lío y me encamé de mala manera con Chris. Es que era algo impresionante, este hombre. Vale que Kevin era juguetón y muy buen chaval, amén de muy listo, pero, ustedes comprenderán ¡qué cuello tenía mi Chris!

Como ven, la lie parda. Fui la primera luchadora que convertía un guión en realidad, y eso, qué quieren que les diga, me gusta. Pero Chris estuvo puteado un tiempo, porque Kevin escribía los guiones, y claro, le acababa jodiendo. Yo hice mutis por el foro, me divorcié de Kevin, y me dediqué a mis labores. El 2000 fue un año importante para nosotros. Chris dejó la WCW harto de Kevin. Yo tuve un hijo suyo en febrero. Nuestro hijo, Daniel, nació con síndrome X frágil. Aunque en un tebeo una cosa con ese nombre te convertiría en superhéroe, en el mundo real significa que eres retrasado. La verdad es que fue una pena, con lo bien qué estábamos antes. A Chris tampoco le hizo ninguna gracia, pero me cogió la mano y me pidió que me casara con él. Así que en noviembre me convertí en Nancy Benoit.
Lo de nuestro hijo fue jodidillo de llevar. Además, Chris tampoco era un padre como para tirar cohetes. Le habían roto muchas sillas en la cabeza y estaba un poco estropeado, aunque yo no se lo comentaba porque se ponía violento. Pobre, seguía un tratamiento con testosterona porque los esteroides le habían dañado los testículos. Eso sí, ganaba una pastaza.

En 2003 estuve a punto de divorciarme de él porque le dio un calentón. Por aquella época cobraba medio millón de dólares al año. Al final me convenció para volver. No fueron nuestros mejores años, la verdad.

Nuestro hijo se estaba quedando algo canijo, así que a Chris se le ocurrió la idea de inyectarle hormona del crecimiento, que él la tenía a mano. Era un manitas con estas cosas.

Seguramente ya sabrán lo que pasó en 2007. Chris vino a mi habitación, me cogió del cuello y me lo apretó. Luego hizo lo mismo con Daniel. Dejó una biblia al lado de cada uno de nosotros y se fue a su sala de pesas, donde se colgó unas horas después sin biblia ni nada.

Un tipo anunció en Wikipedia mi muerte antes de que la policía supiese nada. Luego dijo que había sido casualidad. Yo no entiendo de estas cosas de ordenadores, pero ¿qué raro, no?.

En 2008 la revista Hustler publicó unas fotos mías en pelota. Yo había pedido que destruyeran los negativos para que no se metieran con mi hijo en el cole, que ya bastante tenía él con el síndrome.

Pero bueno, ahora supongo que da igual.


viernes, 24 de octubre de 2008

David Icke

Os amo, George Bush, padre e hijo; os amo, Cheney y Powell y Kissinger y Calucci y el Alto Concilio Illuminati y la jerarquía reptiliana del plano inter-espacial. Os amo. Si no os amase, no me amaría a mí mismo.
David Icke

David Icke es un hombre extraordinario. Sólo así se explica que haya parido una teoría conspirativa en la que la humanidad está gobernada por reptilianos y le hayan invitado a dar conferencias en 25 países para explicarla. En Canadá dio una charla de cuatro horas a mil personas que acabó en ovación. Grupos de ultraderecha quieren un hijo suyo mientras él da conferencias en la Universidad de Oxford. Sus libros son best sellers en países como Sudáfrica y su página web recibió 600.000 visitas el primer año que vio la luz. En su foro la gente usa las Tortugas Ninja para probar que los artistas del renacimiento eran reptiles. ¿Quién es este hombre? Veámoslo.

Nació en 1952 en Leicester un año después de la boda de sus padres, en una familia de currantes. De jovenzano dejó el colegio para hacerse portero del Coventry, con el que jugó en la Premier en 1969. En 1971 se pasó al Hereford, pero ¡ay!, a los 20 empezó a padecer artritis en la rodilla izquierda, mal que se le extendió a la otra, a los tobillos y a los codos. Entrenarse era un suplicio hasta que conseguía calentar las articulaciones. Icke aprendió pues a sufrir para llegar al éxito. En 1973 sin embargo los dolores se habían hecho tan insoportables que tuvo que dejar de colgarse del larguero. Sin estudios, decidió presentarse a la sede de un hebdomadario local que buscaba un periodista deportivo. Icke era el único candidato, así que consiguió el trabajo.

El tipo tenía dotes comunicativas y ascendió con facilidad en el periodismo deportivo. Su carrera como periodista fue fulgurante. En Leicester se fue reportero y luego presentador deportivo. El tipo gustó a la BBC, que le puso a presentar la sección deportiva del telediario del Sur South Today. Pronto dio el salto a la BBC nacional, donde presentó los deportes en Breakfast Time y más tarde llegó a conducir Grandstand, un clásico de la cadena que se emitía desde 1958. Fue miembro del equipo de la BBC que presentó las olimpiadas de Seul.


Icke sabía hablarle a la gente. Por aquel tiempo vivía en la Isla de Wight, un lugar tranquilo, sin grandes ciudades, con reservas naturales. Icke estaba preocupado por el medio ambiente. Se hizo miembro del Partido Verde. Un tipo del pueblo que sabía hablarle al pueblo; le nombraron portavoz. Pero Icke pronto les sorprendió.

Empezó a sentir una presencia que le acompañaba. En una ocasión le gritó "si estás ahí por favor, contacta conmigo, porque me estás volviendo loco". Algo se fraguaba. Escribió su primer libro, It Doesn't Have To Be Like This.

Un día, en una librería, se quedó clavado al suelo. No podía mover los pies, y oyó una voz que le decía "Mira en los libros del fondo". Fue para allá y vio el libro de una curandera. No se le ocurrió otra cosa que concertar una cita. Se vio con ella varias veces. En una ocasión, la curandera le dijo que había un espíritu que quería contactar con él y le hizo de trujamán. El espíritu quería decirle que estaba allí para curar al mundo, que era El Elegido. Le habían hecho pasar la prueba de valor del fútbol, de la decepción y del sufrimiento, y las había superado todas. Iba a escribir cinco libros, se iba a hacer famoso, iba a contarle al mundo la verdad. Le habló de máquinas volantes prodigiosas y de un gran terremoto. El mar ocuparía la tierra para enseñarles una lección a los hombres que la perforan para sacar petróleo, para enseñarles respeto.

Se lo contó al partido, pero no le hicieron ni caso. Se rieron de él. Fue a televisión. Dijo que era el hijo de dios. Le ridiculizaron. La gente se reía de él por la calle y sus hijos se avergonzaban de él. Nunca había conocido el que los demás se rieran de él, pero aquello era parecido a la artritis: una vez has calentado lo suficiente, te da igual la risión. Dejó la televisión y se dedicó a tiempo completo a descubrir quién gobernaba realmente el mundo. Viajó al Perú y allí, en la cima de una montaña, sus pies volvieron a pegarse a la tierra y sus brazos se movieron solos hasta poner las manos en lo alto de su cocorota. Allí escuchó una voz que decía "esto se acabará cuando sientas la lluvia". Empezó a sacudirse y estuvo un buen rato así hasta que, efectivamente, llovió. A esta experiencia Icke la llama "el despertar".

Empezó a vestir siempre de turquesa. Por aquel tiempo debió contactar, aunque él lo niega, con Jordan Maxwell. El bueno de Maxwell es un experto en conspiranoias americano. Su especialidad es interpretar símbolos y asociarlos con cults chungos. Uno de sus temas favoritos es que estamos gobernados en secreto por un pequeño grupo de gente que proviene del Antiguo Egipto y que le rinde culto al Sol. Los Illuminati. Si ustedes han visto el documental Zeitgeist, sepan que Maxwell es su inspiración principal.

A Icke lo de los Illuminati le cuadraba, y se apuntó (de hecho desde entonces Icke se ha ido apuntando a todas las teorías de la conspiración posible). Pero le dio un par o tres de vueltas de tuerca. La primera fue conectarlos con El protocolo de los sabios de Sion, el texto que asegura que una élite judía gobierna el mundo y disemina ideas dañinas como el comunismo, la masonería o el darwinismo. Esto de por sí ya era gordo, pero Icke no se quedó allí. Si los sabios de Sion Illuminati habían creado las guerras anteriores a la segunda, ¿qué pasó con la segunda? Hitler parecía estar advertido del asunto. La respuesta de Icke es que Hitler estaba también financiado por los Illuminati, en concreto por los Rotschild. ¿Por qué harían esto los Rotschild? Sencillo, responde Icke, porque Hitler era un Rotschild. Si, su abuelo era uno de Ellos. Esta rotschildización no es algo que le pasase solo a Hitler. Por ejemplo, a la hora de discutir el tratado de Versalles, todos los sentados a la mesa eran, de acuerdo a Icke, Rotschilds. Yasir Arafat también está controlado por los Rotschild. La prueba infalible que emplea Icke para descubrir si alguien es Illuminati-Rotschild-de-Zion es que si hay un conflicto, Ellos controlan ambas partes, así que siempre ganan. ¿Simple, no?

Estas novedades le trajeron problemas con su editor, que no estaba seguro de publicar un texto que aseguraba que Hitler estaba controlado por judíos. Se tuvo que autoeditar … And the Truth Shall Set You Free, pero no se desanimó. Grupos de extrema derecha como Combat 18 se hicieron gruppies. Icke sacude la cabeza y responde que él no es antisemita. Que Combat 18 está controlado por los Rotschild y le prestan su apoyo para desacreditarle, porque se acerca a la verdad. Que adora al pueblo judío, pero están controlados por los Illuminati, como todos los demás. Le llaman neonazi, pero Icke sigue adelante, siempre adelante.

A finales de los 90 le pone la guinda al pastel. Conoce a Credo Mutwa, un chamán negraco que, como anécdota, había sido sodomizado a los 16 años por un grupo de mineros. De la misma forma en que Maxwell es experto en símbolos chungos occidentales, Credo es experto en tradiciones Africanas. Cree que desde el principio de los tiempos campa por África una raza superior que corta el bacalao: los reptilianos. Está también obsesionado con la muerte de Lady Di, que relaciona con desgracias en Lesotho. Según sus fuentes, Lady Di llamaba a los Windsor "reptiles". Todo cuadra. En los años siguientes varias personas le confiesan a Icke haber visto como alguien, normalmente enfurecido, se transformaba en un reptil delante de ellos. Icke ensambla las piezas y concluye que los reptilianos poblaron la Tierra y Marte hace 450.000 años, y le hicieron a Marte lo que le quieren hacer ahora a la Tierra. Se mezclaron con todas las razas y crearon todas las civilizaciones. Sus laboratorios de operaciones probablementea sean el Cáucaso subterráneo y la Antártida. No es casualiad, argumenta Icke, que los países consideren el continente blanco políticamente neutral. Ah, se me olvidaba: Los reptilianos son satánicos.
Icke expuso este nuevo giro de tuerca en The Biggest Secret: The Book That Will Change the World, de 1999. Hay tres tipos de reptilianos en el mundo de Icke. Los de sangre pura, los mestizos y los que viven en la cuarta dimensión y se manifiestan temporalmente. Los primeros, que son los que controlan, son capaces de cambiar de forma a voluntad y mostrar su cara de lagarto. Se alimentan de sangre humana y son dados a la pedofilia, a las drogas y al asesinato. Icke los identifica con los Arios, que gobernaron Sumeria, el Antiguo Egipto, las monarquías europeas y Estados Unidos. Entre los pura cepa están George Bush padre e hijo, La Reina Madre, Gorbachov y Kris Kristofferson. Los mestizos, están controlados por verdaderos reptilianos de la cuarta dimensión. Otros mindundis trabajan para ellos. Por ejemplo George Lucas trabaja para la NASA y la NSA.

Y a partir de aquí, Icke ya no le hace ascos a nada. En 2003 viaja a Brasil y prueba la Ayahuasca. Icke flipa al obtener el conocimiento de que lo que llamaba realidad es en realidad una ilusión. Es difícil cuadrar esto con la raza reptiliana, pero Icke resuelve la contradicción de formas confusísimas. "Si los reptilianos y otras manipulaciones astrales no existiesen, tendríamos que inventarlos. De hecho probablemente lo hemos hecho ya". Siempre adelante, Icke. Escribe un libro sobre Matrix, que incorpora a su mapamundi. Se apunta a la teoría de que el SIDA no lo causa el VIH, sino el tratamiento médico. Últimamente, como buen inglés, le ha dado por identificar el DNI electrónico con el Mal. El plan final de los reptilianos para tenernos controlados. Porque el DNI electrónico no servirá sólo para identificarnos, sino para controlar nuestra conducta. Los reptilianos tienen que darse prisa, dice Icke, porque la frecuencia del planeta está acelerándose, y pronto no serán capaces de adoptar la forma humana anymore.

Siempre se despide diciendo que lo que tenemos que hacer es querernos, querernos todos. Si todos nos amamos los unos a los otros en un instante, en ese instante los reptilianos dejarán de ser necesarios y la pirámide de poder se derrumbará.

Buena suerte, Icke.

martes, 26 de agosto de 2008

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