Bitácora escrita desde Sealand

lunes, 3 de noviembre de 2008

Nancy Benoit

Hola, mi nombre es Nancy Benoit. Pero no ha sido siempre así.

Cuando nací, en 1964, me llamaba Nancy Toffoloni. Esto pasó en Florida. El primer recuerdo que tengo es estar subiendo la escalera de un trampolín y darme cuenta de que los señores me miran. Como yo nunca he sido tonta, deduje que estaba buena, y me dije que no estaría mal si me pudiera colocar de modelo. En el parking del instituto conocí a un muchacho, Jim Daus, que me llevó a casa. Un caballero de los que ya no quedan. Me quedé prendadita de él, tanto que dos meses antes de graduarme dejé los estudios para casarme y convertirme en Nancy Daus.
Conseguí un trabajo de telefonista, y luego aprovechando mi planta otro de agente de seguros, pero era muy aburrido. Los fines de semana iba con Jim a ver la lucha libre. A Jim le encantaba cuando salían los villanos y, bueno, a mí siempre me han puesto muy bruta los hombres musculosos. Uno de aquellos señores aceitosos me propuso que me hicieran unas fotos para Apartment Wrestling y me dio un trabajillo vendiendo programas de lucha libre.

A mí aquello me encantaba, la verdad. Estaba rodeada de hombres aceitados que me piropeaban. Qué más puede pedir una mujercita. En las fotos conocí a Kevin Sullivan, un tipo que cortaba el bacalao. Estaba muy contento conmigo. A mí me volvía loquita. A su lado mi marido parecía un mindundi, así que un buen día me dije, ¡qué narices! una no va a estar toda la vida atada a su novio del instituto, ¿verdad? y más teniendo a este hombre detrás mío. Así que me divorcié de Jim y me convertí en Nancy Sullivan.
Mi nuevo marido Kevin era un verdadero entusiasta de la lucha libre. Le gustaba todo. Además de pelear, ideaba los guiones de enfrentamientos y rivalidades entre luchadores, y controlaba la promoción. Era listico. Dirigía un grupo de luchadores siniestro que se llamaba Army of Darkness. Aquellos fueron días felices. Con la excusita de enseñarme llaves de lucha libre siempre acababa calentándome de mala manera. Pero, hey, fui prosperando y acabé aprendiendo más de un truquillo. Tanto fue así que Kevin me estuvo convenciendo para que me hiciera luchadora. Yo no lo tenía claro, porque siempre he sido un poco tímida, ustedes ya saben. Un día de llaves partícularmente satisfactorio di el sí quiero y me convertí en Fallen Angel. ¿A que es un nombre estupendo? Se me ocurrió a mí escuchando a Led Zeppelin.
Qué pintas, ¿verdad? Ay, ¡si supieran lo bien que lo pasábamos!

Si antes pasaba el día entre hombres musculados, ¡imagínense ahora! Me encantaba cómo me cogían y me llevaban con esas manazas. Me sentaba en sus rodillas cuando les maquillaba.

El equipo satánico duró poquito. Pronto nos fuimos a una liga mejor, la WCW. Mi nombre allí no era nada muy allá: me pusieron Woman. Que yo, la verdad, me quejé. Pero bueno, me compensaron dándome un papel muy bueno de manager de una pareja muy apañada llamada Doom.
Luego me hice de los Four Horsemen, que nunca entendí por qué eran cinco. Estaban un poco flácidos, pero eran muy buena gente. Con un humor muy suyo, teníamos muchas bromas internas que nadie más entendía y nos reíamos mucho. Estas cosas son difíciles de explicar para la gente de fuera, pero nosotros llevábamos un cachondeito que era un no parar.
Me fui un tiempo a otra liga, donde fui manager de Sandman.
Éste era majete también, pero en la lucha libre le había tocado el papel de chuloputas. Así que yo iba detrás de él encendiéndole los cigarros y haciendo de putilla. Fueron días felices, pero al final mi marido me convenció para volver a la WCW, donde habíamos pasado tan buenos ratos, de nuevo con los Four Horsemen. Allí me encontré una de cal y otra de arena. Siempre he preferido que me den primero las malas noticias, para así quedarme con el sabor de las buenas: Por un lado me trajero a una putilla al desmadre este de los Four Horsemen, que se iba poblando más y más. Con ella no me llevé nada bien.
Pero por otro, me trajeron a Chris Benoit. Qué quieren que les diga, a mí me compensa. Su figura faliforme hizo que más de una vez se me marcase la pepitilla bajo el bañador.
Mi marido estaba todo el día pensando en la lucha libre, pero no se enteraba de mis desvelos por Chris. Tanto fue así, que se le ocurrió montar una historia en la que yo me iba de viaje con Chris y fingíamos que éramos amantes. Yo había leído hacía poco un libro que se llamaba "cultura y simulacro" y, bueno, ya dicen que jugar al rol está muy mal. Y además, que ustedes ya saben que aunque una mujer finja algo le gusta. Bueno, pues eso, que me armé un lío y me encamé de mala manera con Chris. Es que era algo impresionante, este hombre. Vale que Kevin era juguetón y muy buen chaval, amén de muy listo, pero, ustedes comprenderán ¡qué cuello tenía mi Chris!

Como ven, la lie parda. Fui la primera luchadora que convertía un guión en realidad, y eso, qué quieren que les diga, me gusta. Pero Chris estuvo puteado un tiempo, porque Kevin escribía los guiones, y claro, le acababa jodiendo. Yo hice mutis por el foro, me divorcié de Kevin, y me dediqué a mis labores. El 2000 fue un año importante para nosotros. Chris dejó la WCW harto de Kevin. Yo tuve un hijo suyo en febrero. Nuestro hijo, Daniel, nació con síndrome X frágil. Aunque en un tebeo una cosa con ese nombre te convertiría en superhéroe, en el mundo real significa que eres retrasado. La verdad es que fue una pena, con lo bien qué estábamos antes. A Chris tampoco le hizo ninguna gracia, pero me cogió la mano y me pidió que me casara con él. Así que en noviembre me convertí en Nancy Benoit.
Lo de nuestro hijo fue jodidillo de llevar. Además, Chris tampoco era un padre como para tirar cohetes. Le habían roto muchas sillas en la cabeza y estaba un poco estropeado, aunque yo no se lo comentaba porque se ponía violento. Pobre, seguía un tratamiento con testosterona porque los esteroides le habían dañado los testículos. Eso sí, ganaba una pastaza.

En 2003 estuve a punto de divorciarme de él porque le dio un calentón. Por aquella época cobraba medio millón de dólares al año. Al final me convenció para volver. No fueron nuestros mejores años, la verdad.

Nuestro hijo se estaba quedando algo canijo, así que a Chris se le ocurrió la idea de inyectarle hormona del crecimiento, que él la tenía a mano. Era un manitas con estas cosas.

Seguramente ya sabrán lo que pasó en 2007. Chris vino a mi habitación, me cogió del cuello y me lo apretó. Luego hizo lo mismo con Daniel. Dejó una biblia al lado de cada uno de nosotros y se fue a su sala de pesas, donde se colgó unas horas después sin biblia ni nada.

Un tipo anunció en Wikipedia mi muerte antes de que la policía supiese nada. Luego dijo que había sido casualidad. Yo no entiendo de estas cosas de ordenadores, pero ¿qué raro, no?.

En 2008 la revista Hustler publicó unas fotos mías en pelota. Yo había pedido que destruyeran los negativos para que no se metieran con mi hijo en el cole, que ya bastante tenía él con el síndrome.

Pero bueno, ahora supongo que da igual.


2 comentarios:

Paolo2000 dijo...

Vaya currada de articulo, !Sí Señor!

Bogavante dijo...

Muchas gracias, buen hombre :)